LA MILPA, MADRE DE TODAS

LA MILPA, MADRE DE TODAS

Donde la tierra y el tiempo tejen su memoria
La milpa es mucho más que un sistema agrícola:
es una obra de saberes originarios. 

 

Nacida en Mesoamérica, 
esta práctica ancestral es un modelo de convivencia natural
donde el maíz, el frijol y la calabaza no solo conviven,
sino que se cuidan entre sí.

Esta alianza no es fortuita:
hoy sabemos que su policultivo mejora la fertilidad del suelo, evita la erosión, regula la humedad  y promueve la soberanía alimentaria. 

Detrás de esta complejidad técnica habita una intuición milenaria:  el entendimiento de que la diversidad es resiliencia.

Mientras el maíz se alza y guía, el frijol fija nitrógeno en la tierra, y la calabaza la protege con su sombra generosa. 

Cada planta comparte un gesto de reciprocidad. 
Cada ciclo, una lección de cuidado colectivo. 

En Flora María, la milpa inspira más que formas:
La milpa es madre de todas porque primero fue semilla,
porque de ella nacen no solo los alimentos,
sino también los saberes, los ritmos y los símbolos que inspiran esta colección.

Porque así como la milpa entrelaza vida,
nuestras joyas buscan entrelazar memorias, raíces y significados.
Cada creación es una ofrenda a ese tejido invisible
que sostiene a aquellas que vinieron antes…
y a quienes vendrán después. 

"Cuando la luz tocó el suelo como lluvia dorada y la milpa despertó:
raíces que se entrelazaban,
tallos que se erguían,
frutos que abrían los ojos al nuevo día.
No era yo quien la devolvía a la vida…
era ella quien también me devolvía a mí,
llevándome de regreso al centro de todo." 

Hoy más que nunca, volvamos a la milpa. 

Ahí, donde florecen las historias que valen la pena recordarse.

 

 


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